miércoles, 20 de abril de 2011

SOBRE VIOLINES Y TAMBORES




Anoche se cumplía un año desde aquel Inter 3 - Barcelona 1. 365 días desde aquella tarde-noche en Milán, donde el FCB cató el amargo sabor de la hiel.
Por aquel entonces, este modesto blog apenas empezaba a gatear. Pero ya escribí algo que anoche se reprodujo, casi simétricamente, sobre el césped de Mestalla. Algo acerca del sufrimiento defensivo culé en balones al espacio, de escasez de 'cuchillos' que desbordan en carrera, de la inexistencia de un Plan B como alternativa al juego sinfónico que practican los azulgranas.

En el fútbol, como en la vida, no existen las verdades soberanas. Los matices, las variantes, las alternativas suponen, a menudo, la diferencia entre la victoria y la derrota, el éxito y el fracaso. De ese manantial emana la riqueza del balompié.
Y esa es mi misión en este artículo: buscar esas pequeñas interpretaciones del juego que decantaron la balanza a favor del Real Madrid en la final de la Copa del Rey.

1.SITUACIÓN DE PARTIDA


El FCB salió con el traje de las grandes ocasiones (salvo Valdés y Puyol), dispuesto a interpretar su habitual concierto de violines.
El Real Madrid, encomendado a las directrices de un maestro de la percusión como es Mourinho. Fútbol intenso, directo y agresivo: música de tambores.

Sorprendió de nuevo Mourinho colocando a X.Alonso como centrocampista más atrasado y dejando a sus 3 delanteros en el banquillo. Pepe empezó desconectando a Messi de Villa+Pedro y Di María, titánico El Fideo, en un ejercicio maratoniano.
En ese espiral de fútbol brusco y desordenado se siente cómodo el RMadrid. Durante los primeros 45 minutos, entre escarceos individuales de CRonaldo y posesión estéril azulgrana, se mostró superior el conjunto blanco.
Ya sobre la bocina, cuando la primera mitad agonizaba, Özil lanzó un centro exquisito que Pepe mandó a la madera en un soberbio cabezazo. Así enfilaron vestuarios ambos contendientes. Unos, conscientes del mal inicio. Los otros, lamentando esa ocasión perdida.

2.CAMBIO DE ESCENARIO


La segunda parte ya se pareció a lo que estamos acostumbrados a ver: desde el primer minuto, el FCB se adueñó del balón, lo circuló con velocidad, obligó al trivote madridista (Pepe, XA y Khedira) a bascular. Messi, sobrehumano durante toda la velada, afiló su instinto para poner en jaque a todo el sistema defensivo blanco. Unos 45 minutos de manual, para verlos repetidos y disfrutar con el juego de la escuadra de Pep.

Los hombres de Mourinho recularon 20 metros y regalaron el balón. Rendidos a la excelencia azulgrana, se encomendaron a su héroe habitual: Iker Casillas. Parada abajo a Messi y mano cambiada a vaselina de Pedro, engrosaron el particular repertorio del arquero en grandes finales.
Entró Adebayor, para darle algo de sentido a ese ritmo de tambores, que tan bien domina el africano. A pesar de no mostrarse especialmente fino, el togolés exigió a Piqué y Mascherano, para liberar a CRonaldo en ese papel de detonador.

Sin embargo, los últimos instantes del tiempo reglamentario murieron en el área de Pinto, que se agigantó ante Di María en un vuelo estratosférico.
Sensaciones bien distintas ahora: un Barcelona aplastante que no remató y un Madrid temeroso, esperando la estocada final.


3. EL DESENLACE


Lo normal era pensar que el RM iría a buscar descaradamente los penalties.
Bajó una marcha el FCB y volvió a mostrar su lado más horizontal.
Amenazó CR en un tiro cruzado, tras una carrera salvaje al espacio.
En una conexión venenosa entre Marcelo y Di María, el Fideo se sacó de la manga un centro maravilloso. Por encima de Adriano se elevó CRonaldo, náufrago hasta el momento, para conectar un cabezazo demoledor.

Minuto 102 y Guardiola aún no había hecho ni un solo cambio. Más fruto de la escasez de efectivos que de falta de reacción del preparador catalán.


Se vivió anoche una batalla sin cuartel, acariciando la épica.
Simplemente, quiero agradecer, una vez más, al Barcelona por su propuesta de trato del balón, su fidelidad al estilo elaborado, su insistencia en el fútbol asociativo.
Dos estilos antagónicos, pero apasionantes. El FCB afina sus violines en ese fútbol diagonal, en busca de la portería rival de la forma más elaborada. Por contra, el RM se agarra a la verticalidad, a veces convertida en vértigo, en ese ritmo de tambores que tan bien interpreta Mourinho.

LECTURA RECOMENDADA

http://albertoowono.blogspot.com/2010/11/el-lago-de-los-cisnes.html

http://albertoowono.blogspot.com/2011/04/mourinho-caminante-sobre-el-mar-de.html

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