lunes, 19 de noviembre de 2012

74 ALMAS




'Hemos sido superiores y hemos gozado de las mejores ocasiones de gol. Somos justos campeones de África. Queríamos alzar este trofeo en memoria de las 74 almas de los mártires de Port Said' Recitó, visiblemente emocionado, uno de los grandes artífices de la heroica victoria del Al Ahly en la final de la Champions League Africana, Abdallah Al Said.

El equipo egipcio Al Ahly visitaba al vigente campeón africano, Esperance Tunis, en su propia casa. El partido de ida había terminado en empate a 1 y los tunecinos, defensores del título, se presentaban como máximos favoritos a llevarse el máximo galardón a nivel de clubs en el Continente Negro.
Más aún después de haber eliminado a TP Mazembe, otro gigante del fútbol africano, en semifinales y con el retorno de su mejor futbolista, Msakni, al 11 inicial.
Por su parte, los egipcios, conscientes de la dificultad de la situación, decidieron preparar un partido a la heroica, sin temor en el que apoyarse y aferrados al espíritu de los 74 mártires que dejaron su vida en Port Said en una tragedia inolvidable.

Y es que el pasado sábado, una vez más, el fútbol africano volvió a emocionarnos.

Desde 2010 las cosas andaban revueltas en el norte de África a causa de la Primavera Árabe. El levantamiento del pueblo frente a la opresión de sus dirigentes. La rebelión de los ciudadanos ante un poder que no les representaba. Hambre y represión son siempre sinónimo de respuesta masiva.
El pueblo se rebeló contra el régimen del presidente egipcio Hosny Mubarak con una valentía admirable. No sin antes llevarse por delante centenares de rebeldes, cayó derrotado Mubarak. Lo que supuso un gran paso hacia la libertad para los ciudadanos egipcios.

El pasado febrero, con heridas abiertas aún recientes, se enfrentaban en Port Said dos enemigos acérrimos: Al Masry, club adicto al régimen de represión de Mubarak y Al Ahly, el equipo del pueblo. Los aficionados del Al Ahly se posicionaron en primera fila durante las manifestaciones rebeldes en la Plaza del Tahir principalmente y en el resto de El Cairo.
Así que, como podéis imaginar, el partido entre Al Masry y Al Ahly era la crónica de una tragedia anunciada. El partido transcurrió sin demasiados altercados. Sin embargo, una vez el árbitro señaló el final del encuentro, los aficionados del Al Masry, Las Águilas Verdes, se avalanzaron sobre futbolistas y aficionados del Al Ahly con cuchillos, piedras y demás artilugios contundentes.


 Futbolistas del Al Ahly refugiándose de los altercados en la tragedia de Port Said*


La policia privada del presidente del Al Masry escoltó a los jugadores visitantes, que veían con sus propios ojos como sus aficionados, esos mismos que defendían a capa y espada la libertad para todo Egipto, eran aniquilados sin ninguna piedad. Hasta 74 víctimas se cobró aquella tragedia. 74 almas que sucumbieron ante la violencia de aquellos que habían abanderado un régimen de miedo y dolor.

Pues bien, desde ese mismo instante, la Egyptian Premier League quedó suspendida indefinidamente. El Al Ahly, sacudido por una ola de dolor indescriptible, debía seguir adelante en sus compromisos internacionales. Poco a poco se ha ido rehaciendo el equipo que dirige  Hossam El Badry hasta plantarse ahí, en la gran final, a las puertas de la redención.

El partido de vuelta se disputó en el Rades Stadium de Tunisia ante 35.000 espectadores que, por motivos de seguridad, sólo completaban la mitad del aforo.
Esperance Tunis, sabedor de que un 0a0 les daba el título, decidió especular y salir al contraataque mediante Ndjeng. Pero el destino estaba escrito. El Said, que ocupaba el sitio del gran Aboutrikka en el 11 inicial, Gedo y Soliman destrozaron a la defensa tunecina. El 1a2 final otorgaba al Al Ahly su séptimo título de mejor club de África. Un récord inigualable.

Ésta ha sido la gran gesta del Al Ahly: sobreponerse a las revueltas políticas, aislarse de la crisis que vive la Selección Nacional de Egipto, ganar el título de Mejor Club Africano en casa del vigente campeón, mitigar el dolor por la tragedia de Port Said y, sobretodo, dedicar el triunfo a las 74 Almas arrebatadas por la violencia y el fanatismo. 
 
ÁFRICA NO DA TREGUA, NO CONOCE LOS ESCRÚPULOS. ESCUPE HISTORIAS CRUDAS QUE CONSIGUEN EMOCIONAR.