jueves, 15 de septiembre de 2011

EL EMPERADOR CAÍDO




Hace exactamente 10 años, en una de esas tarde-noches de agosto adolescentes, el tedio se estaba apoderando de mí lentamente. Sin embargo, algo llamó mi atención haciendo zapping, ese taciturno deambular por los canales de televisión. Un control exquisito de Seedorf en el centro del campo clavó mis ojos en la pantalla de aquel armatoste de la marca Panasonic.

Agosto de 2001 y el trofeo Bernabéu enfrentaba a Real Madrid e Inter de Milán. Aquel partido no pasará a la historia por su brillantez, pero sí por un hecho histórico: el descubrimiento de una bestia.

Con la segunda parte ya iniciada, se retiró del terreno de juego el sierraleonés Kallon e ingresaba un delantero mestizo, corpulento a pesar de su evidente juventud. Falta en la media luna del Real Madrid y el novel atacante coge la pelota sin que ninguna de las estrellas interistas se atreva a cuestionar tal osadía. Casillas coloca la barrera, pero no se imagina lo que le viene encima: un misil teledirigido a la escuadra.

El Emperador Adriano (siglo I d.C.) fue un amante de las artes. Limpió el Parlamento de holgazanes y, en su lugar, eligió a los más prestigiosos técnicos de la época. Además de ese empeño por mejorar la situación del Imperio Romano, Adriano era un ferviente seguidor del Estoicismo. Quienes abrazaban la filosofía promulgada por Zenón, tenían como motor principal de su vida la razón. Vivir acorde a la naturaleza y evitar que las pasiones y sentimientos guíen su comportamiento.

Soportar las embestidas del destino tal como vienen, sin margen para la queja ni la lamentación. Es decir, lo opuesto a nuestro verdadero protagonista de hoy: Adriano Leite Ribeiro.

El delantero brasileño se propuso perforar las redes de toda Italia a base de disparos con su Zurda Imperial, remates de cabeza poderosos y definiciones sutiles. En Parma y Florencia encontró la madurez necesaria para coger la responsabilidad atacante de un gigante venido a menos, el Inter de Milán.

La temporada 2003-04 fue la de la explosión definitiva de Adriano. Scudetto, Coppa y Copa América, donde se proclamó máximo artillero.
La vida sonreía al brasileño, que se marcó una Copa Confederaciones 2005 de escándalo. Título, Bota de Oro y ,sobretodo, aquel inolvidable 1 a 5 a Argentina en la final.

Un fusil de largo alcance, que exhibía zancada y potencia en cada movimiento. Un malabarista capaz de enmudecer Mestalla con una ‘marsellesa’ sobre David Navarro para enmarcar. El delantero total, seguramente el más completo que mis ojos han visto.

‘El fútbol son estados de ánimo’ recitó Valdano en una ocasión. Pues bien, la muerte de la figura paterna y el divorcio con su esposa ahogaron a Adriano en un lago de alcohol y vida nocturna. 2 temporadas ausente de las alineaciones neroazzurras. Se quedó el ariete sin apoyos en la capital lombarda, salvo Moratti, quien siempre estuvo al lado del futbolista.

Un pequeño resurgir de la mano de Mourinho, que acabó resultando ser flor de un día, vuelta a Brasil y último esfuerzo en la Roma, quizá buscando algo de la sensatez de su tocayo del siglo I. Nada de eso ocurrió y, ahora, Adriano es más noticia por su amistad con narcotraficantes que por sus actuaciones sobre el terreno de juego.

Para mí, Adriano Leite Ribeiro era el auténtico sucesor de Ronaldo. Su trágico desplome lo ha impedido. Nos contentamos con disfrutar de Hulk, otro brasileño extraterrestre, zurdo, potente y salvaje. Casi tanto como un día lo fue Adriano, el Emperador Caído.

No hay comentarios:

Publicar un comentario