lunes, 3 de febrero de 2014
LA HUELLA DE LUIS
Hacía tiempo que no escribía en el blog. No por falta de ganas ni de ideas, sino porque la actualidad apremia. Es triste renunciar a hacer cosas que te gustan en favor de otras, menos satisfacorias y de mayor obligación, pero así son las cosas. Aun así, a pesar de verme comprometido por múltiples tareas, he arañado unos minutos para retomar el pulso de éste, vuestro espacio.
Para empezar quiero advertir algo: este blog siempre ha antepuesto las sensaciones a los datos. Así que la wikipedia no es una herramienta habitual aquí.
Dicho esto, quiero recordar una frase que oí hace tiempo y que me parece brillante: 'Somos la huella que dejamos en los demás'.
El sábado por la mañana nos depertó un mazazo: la muerte de Luis Aragonés. Una figura que va más allá del curriculum, los títulos o los récords. Un dardo en la memoria. Una huella imborrable.
Cuando leí la noticia por Twitter, tardé unos minutos en asimilar aquella realidad y me senté al borde de la cama. Me trasladé al verano de 2008, a aquella tarde-noche contra Rusia en la semifinal de la Eurocopa. España había eliminado a Italia en 1/4 gracias a las manos de Casillas y el temple de Cesc en el último penalty. Camoranesi podría haber decantado la balanza para los italianos en la prórroga, pero no. Era el turno de España. Era el turno de Luis.
Rusia, por su parte, había barrido a Holanda y se presentaba en las semis con un Arshavin desatado.
El caso es que empezó el partido y pronto se lesionó Villa. Entonces llegó el momento de Pavlychenko, que según Luis era el mejor de los rusos, con dos remates afilados que amenazaban con el gol.
En la segunda parte, no despegué los ojos de la televisión ni un segundo. Lo que yo vi aquel día, aquella cascada salvaje de fútbol de la Selección Española, no lo he vuelto a ver en mi vida. Ni creo que vuelva a verlo. Fútbol control orientado a herir al rival. Nada de triangulación estéril. Posesión de balón con el cuchillo entre los dientes. Tres goles a Rusia que pudieron haber sido media docena con algo más de acierto.
La final frente a los alemanes tuvo menos historia. Dos cabezazos imperiales de Torres que no acabaron en la red por poco y una carrera del propio Niño al espacio con definición exquisita que sí besó las mallas. España campeona de Europa. El inicio de una senda triunfal.
Luis Aragonés cogió a una Selección deshecha tras el fiasco de la Euro04 en Portugal. En el Mundial 06, Francia no tuvo piedad de España y la echó del camino en 1/8 con una lección de fútbol eléctrico. Luis dijo que se iría si no hacía algo importante. Pero mintió. Se quedó en el banquillo de La Roja y tomó algunas decisiones importantes. Como no llamar más a Raúl. Pero, sobre todo, detectó las virtudes de los futbolistas españoles y moldeó un estilo que aún perdura (con algunos matices conservadores). Decidió juntar a todos los buenos en el campo. Daban igual las posiciones y los esquemas. Simplemente entendió que si el balón lo tienes tú y sabes qué hacer con él, los sistemas de juego se desvanecen en la pizarra.
A partir de entonces, la Selección se ha agarrado a ese modelo exitoso con resultados inimaginables.
Antes, había arengado a Eto'o para hacerle ver que sólo era válido si estaba al 100%. Abroncó a Romario por falta de disciplina. Propuso un pulso a la prensa nacional (caso Raúl) e internacional (caso Henry y las colonias británicas) que ganó por K.O. técnico. Leyenda inmortal del Atleti, al que rescató cuando peor lo estaba pasando. Forjó a Torres y devolvió la confianza a Xavi. Pensó que es mejor tener a un futbolista liviano que mantenga la posesión del balón que a un atleta que corra detrás de él. Convocaba a jugadores según su rendimiento, no el club al que pertenecía.
Pero, principalmente, cambió la actitud y sacudió los complejos toda una generación de futbolistas. Les miró fijamente a los ojos y les dijo: '¿Y por qué no vosotros?'
Si, como creo, 'Somos la huella que dejamos en los demás', la figura de Luis es eterna.
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